Para todos vosotros que penséis
que San Valentín es un día comercial, cursi y no queráis pasar por el aro regalando
flores, bombones en caja con forma de corazón y demás blandenguerías, os propongo una celebración
alternativa; ¡recorramos desnudos las calles en un frenesí orgiástico, azotando
a los paseantes con látigos de cuero! Mola, ¿no? Conste que no me lo estoy
inventando; así era como se celebraba la fiesta pagana que dio origen a San
Valentín; las lupercalias.
En febrero comenzaba oficialmente la primavera en Roma; las casas se limpiaban hasta el último rincón y el día 15 de febrero se celebraba Lupercalia, el festival de la purificación y fertilidad dedicado a Fauno, el dios romano de la agricultura, conocido como un dios lascivo y voluptuoso que moraba en los bosques y era aficionado a las ninfas, y que (esto no me lo sabía yo y se me hace un pelín raro) tomando la forma de la loba Luperca, amamantó a los gemelos Rómulo y Remo, fundadores de Roma.
El ritual en sí comenzaba con el sacrificio de un perro lobo y una cabra a mano de los luperci -una cofradía de pastores/sacerdotes un poco asalvajados- entre cánticos y bailes en honor a Fauno. Tras el sacrificio, un sacerdote manchaba con sangre la frente de dos jóvenes desnudos, que debían estallar en ese momento en una fuerte "carcajada ritual" –todo muy rarito, ciertamente. A continuación, aún entre risas, los
luperci despellejaban a los animales sacrificados y fabricaban látigos con sus
pieles, para lanzarse después a las calles azotando a todo aquel que se cruzaba
a su paso.
Y no os preocupéis por quienes se convertían en víctimas de los furibundos látigos, porque las mujeres, lejos de oponer resistencia, ofrecían gustosas sus blancas y redondas posaderas, ya que se creía que los azotes propinados por un luperco, purificaban y aumentaban la fertilidad. Como cabe esperar, más de una doncella aprovechaba la ocasión para potenciar su fertilidad por métodos más carnales y certeros, y es de suponer que los luperci no oponían objeción sino más bien todo lo contrario.
Cómo acabaron estas festividades de carnavalesca lujuria convertidas en lo que hoy en día es San Valentín es otra historia –intrincada y triste.
Pero hoy tú tienes una elección; ¿San Valentín o Lupercalia? Piénsatelo
bien…