Hola, me llamo Laura y tengo una obsesión por el 32 desde que tenía esa edad (“Hola Laura, te queremos”)
Contar por qué me quedé fijada con este número sería una historia muy larga que os voy a ahorrar, el caso es que desde entonces lo veo por todas partes; es “mi número”.
Ver el 32 me produce una fugaz ráfaga de
agustez; por alguna razón su visión me hace sentirme acogida, arropada durante un instante. Lo suelo ver más en épocas en que tengo algún conflicto mental y necesito apoyo moral o reafirmación, entonces aparece por todos lados; voy a la
pescadería y me toca el número 32, casualmente abro el libro por la página 32, miro a ver a qué altura de la calle voy y es el 32… A veces lo siento como si me estuviera señalando algo, o diciéndome que voy por “buen camino”.
Por supuesto con una paja como esta, siempre he querido saber si tenía algún significado cósmico o algo, y para averiguarlo he metido en Google miles de combinaciones -“número 32”, obsesión 32, 32 numerología etc. – sin ningún resultado iluminador, o sea, que estoy sola en esto… ¿o no?
Hace ya tiempo la obsesión se amplió al número 23 - por alguna razón
también me gustan mucho el 132 y 123- así que imaginaos mi pasmo cuando me enteré de que habían sacado una película que se llamaba
23, e iba sobre un tipo que supuestamente carga con una “maldición” relacionada con una obsesión por el número 23. Obviamente vi la película. En ella, el prota (Jim Carrey en un papel dramático bastante aceptable) también rota el número, de modo que para él 32 y 23 son “lo mismo”. Vale, puedo contemplar la posibilidad de que sea simplemente una casualidad, pero a ver, si ya tengo la obsesión esto no ayuda mucho, ¿no?
La razón por la que me he puesto a escribir este post, de hecho, es que estaba pensando que últimamente he estado viendo muchos 32, en cómo me hacen sentirme, y después en lo raro que es que tengo un par de programas en mi escritorio, vlc-9.6.
win32 y
nod32, y no sé por qué 32, que ni es un número redondo. “Pero claro, es que los demás números no me llaman la atención pero también están; a ver qué otros números hay en la pantalla…” y paso la mirada por el escritorio, y los ojos se me van a la esquina inferior derecha, al reloj… Las 23:23.
JURO que es verdad.
Maldita sea, ¿¡así cómo me voy a quitar de esto!?